A finales de 1952 Peter Hulit, un zapatero de Princeton (New Jersey), recibió en su tienda de zapatos una llamada telefónica de urgencia. Era Helen Dukas, la secretaria de Albert Einstein, al físico le dolían los pies y necesitaba unos zapatos nuevos. Hulit, tomó un medidor de pie y varios pares de zapatos, y se

Continuar leyendo